
Weird Tales es una revista pulp estadounidense de fantasía y terror fundada por J. C. Henneberger y J. M. Lansinger en marzo de 1923. Su primer editor, Edwin Baird, publicó los primeros trabajos de H. P. Lovecraft, Seabury Quinn y Clark Ashton Smith, que posteriormente llegarían a ser autores de renombre, a pesar de lo cual al año de su lanzamiento la revista pasó por problemas financieros. Henneberger vendió a Lansinger su participación en la editorial, Rural Publishing Corporation, y refinanció la revista, con Farnsworth Wright como nuevo editor. El primer número a cargo de Wright fue el de noviembre de 1924. La revista tuvo más éxito con Wright al frente y, a pesar de algunos reveses financieros ocasionales prosperó durante los siguientes quince años. Bajo el control de Wright, la revista estuvo a la altura de su subtítulo, «The Unique Magazine», y publicó una gran variedad de ficción weird.
Breve historia[]
Henneberger le puso a Weird Tales el subtítulo «The Unique Magazine» (la revista única) desde el primer número. Henneberger esperaba que los autores presentaran material «distinto» o inusual. Más tarde recordó haber hablado con tres conocidos escritores de Chicago, Hamlin Garland, Emerson Hough y Ben Hecht, los cuales le habían dicho que evitaban escribir historias de «fantasy, the bizarre, and the outré» (fantasía, lo extraño y lo raro), debido a la alta probabilidad de rechazo por los mercados existentes. Henneberger manifestó: «Debo confesar que el motivo principal de lanzar Weird Tales fue dar al escritor la libertad de expresar sus sentimientos más íntimos de una manera acorde con la gran literatura».
Edwin Baird[]
Edwin Baird, el primer editor de la revista, no fue una buena opción para el puesto, ya que no le gustaban las historias de terror; su experiencia se centraba en la ficción sobre crímenes, y la mayor parte del material que adquirió era insulso y poco original. Los escritores que Henneberger había estado esperando publicar, como Garland y Hough, no le enviaron nada a Baird, y la revista publicó fundamentalmente ficción tradicional sobre fantasmas, y muchos de los relatos estaban narrados por personajes ingresados en asilos de lunáticos, o contados en forma de diario. El relato de portada del primer número fue «Ooze», de Anthony M. Rud; también se incluía la primera entrega de una serie, «The Thing of A Thousand Shapes», de Otis Adelbert Kline, y otras 22 historias más. Ashley cree que los mejores escritores pulp de los que Baird consiguió adquirir material, como Francis Stevens y Austin Hall, le estaban enviando relatos que habían sido rechazados por otras publicaciones.
A mediados del año Baird recibió cinco relatos presentados por H. P. Lovecraft; compró los cinco. Lovecraft, que había sido persuadido por sus amigos para que presentara los relatos, incluía una carta de presentación tan extraordinariamente negativa sobre la calidad de los manuscritos que Baird la publicó en el número de septiembre de 1923, junto con una nota adjunta diciendo que había comprado las historias «A pesar de lo anterior, o a causa de ello». Sin embargo, Baird insistió en que los manuscritos se volvieran a presentar mecanografiados a doble espacio; a Lovecraft no le gustaba escribir a máquina, e inicialmente decidió reenviar solo un relato, «Dagon». Apareció en el número de octubre de 1923, que fue el más notable del mandato de Baird, ya que incluía historias de tres escritores que se convertirían en colaboradores habituales de la revista: además de Lovecraft, supuso la primera aparición en Weird Tales de Frank Owen y Seabury Quinn.
El historiador Robert Weinberg, en su estudio sobre Weird Tales concuerda con Ashley que la calidad de los números de Baird era pobre, pero comenta que se publicaron algunas buenas historias: «era solo que el porcentaje de estas historias era desalentadoramente pequeño». Weinberg destaca dos relatos que aparecieron en el número de abril de 1923, «A Square of Canvas» de Rud y «Beyond the Door» (Más allá de la puerta) de Paul Suter, como «excepcionales». Weinberg también considera «The Floor Above» de M. L. Humphries y «Penelope» de Vincent Starrett, ambos en el de mayo de 1923, y «Lucifer» de John Swain, de noviembre de 1923, como memorables, y comenta que «The Rats in the Walls» (Las ratas de las paredes), en el número de marzo de 1924, fue uno de los mejores relatos de Lovecraft. No está claro si Baird o Henneberger fueron responsables de comprar los relatos de Lovecraft; en una de las cartas de Lovecraft deja claro que Baird estaba interesado en adquirir sus historias, pero que Henneberger había dicho que había pasado por alto a Baird y que a Baird no le gustaba la escritura de Lovecraft. A Henneberger se le ocurrió otra idea para involucrar a Lovecraft: se puso en contacto con Harry Houdini e hizo arreglos para que Lovecraft hiciera de escritor fantasma para él y le escribiera un relato usando una trama aportada por Houdini. El relato, «Imprisoned with the Pharaohs» (Encerrado con los faraones), apareció bajo el nombre de Houdini en el número de mayo/junio/julio de 1924, un relato que curiosamente estuvo a punto de perderse, pues Lovecraft lo olvidó en el tren en el que viajó a Nueva York para casarse, y tuvo que pasar gran parte del día de su boda reescribiéndolo. En ese mismo número también se incluía otra historia de Lovecraft bajo otro nombre: «The Loved Dead» (publicada en español como «Amor a la muerte», «Los amados muertos» y «Querida muerte»), un relato de C. M. Eddy, Jr. revisado por Lovecraft y trabajo mayoritariamente suyo, que incluía una mención a la necrofilia. Según Eddy, esto llevó a que la revista fuera retirada de los quioscos en varias ciudades, con la consiguiente publicidad beneficiosa para la revista, ayudando a las ventas, pero en su historia de Weird Tales, Robert Weinberg dice que no encontró evidencias de que la revista fuera prohibida y que el informe financiero de la revista muestra que tampoco supuso ningún beneficio en las ventas. Sin embargo, S. T. Joshi afirma que la revista fue retirada de los quioscos en Indiana.
El material gráfico de las portadas durante el mandato de Baird era anodino; Ashley lo califica como «poco atractivo», y Weinberg describe el esquema de color de la portada del primer número como «cualquier cosa menos inspirado», aunque considera que la del mes siguiente mejoró, pero añade que desde el número de mayo de 1923 «las portadas se sumergieron en un pozo de mediocridad». En opinión de Weinberg el pobre trabajo artístico de las portadas, generalmente obra de R. M. Mally, probablemente fue uno de los motivos de la falta de éxito de la revista bajo Baird. Weinberg también considera que el material gráfico interior durante el primer año de la revista fue muy pobre; la mayor parte de los dibujos interiores eran pequeños y carecían de la atmósfera que uno esperaría de una revista de terror. Todas las ilustraciones fueron obra de Heitman, que Weinberg describe como "«... notable por su total falta de imaginación. La especialidad de Heitman fue coger una escena de una historia aterradora que no mostrara nada en absoluto espantoso o extraño y hacer una ilustración de ella».
Farnsworth Wright[]
El nuevo editor, Farnsworth Wright, estaba mucho más dispuesto que Baird a publicar historias que no encajaban en ninguna de las categorías de las pulp existentes. Ashley describe a Wright como «errático» a la hora de seleccionar los relatos a publicar, pero bajo su dirección la revista mejoró la calidad constantemente. Su primer número, el de noviembre de 1924, no fue mucho mejor que los editados por Baird, aunque incluyó dos relatos de nuevos escritores, Frank Belknap Long y Greye La Spina, quienes se convirtieron en colaboradores populares. Durante el año siguiente, Wright creó un grupo de escritores regulares, como Long y La Spina, y publicó muchos relatos de escritores que permanecerían como colaboradores habituales con la revista durante la década siguiente o más. En abril de 1925, apareció el primer relato de Nictzin Dyalhis, «When the Green Star Waned»; aunque Weinberg la considera muy anticuada, estuvo muy bien considerada por entonces, catalogada por Wright en 1933 como el relato más popular publicado hasta entonces en la revista. Ese número también incluía la primera entrega de la novela de La Spina Invaders from the Dark, que Baird había rechazado como «demasiado corriente», pero que resultó ser extremadamente popular entre los lectores, y Weinberg comenta que el rechazo de Baird fue «uno de los muchos errores cometidos por este editor».
Arthur J. Burks, que posteriormente se convertiría en un escritor pulp de gran éxito, apareció en el número de enero de 1925. La primera historia de Robert Spencer Carr apareció en marzo de 1925; «The Werewolf of Ponkert» (El hombre-lobo de Ponkert), de H. Warner Munn apareció en julio de 1925, y en el mismo número Wright publicó «Spear and Fang» (Lanza y colmillo), la primera venta profesional de Robert E. Howard, que se haría famoso como el creador de Conan el Bárbaro. A finales de 1925, Wright creó una sección de reimpresión en la revista, donde se publicaban viejas historias extrañas, generalmente clásicos del terror; a menudo eran traducciones y, en algunos casos, su publicación en Weird Tales fue la primera aparición de la historia en inglés.
Wright inicialmente rechazó el relato de Lovecraft «The Call of Cthulhu» (La llamada de Cthulhu), pero finalmente lo compró y lo publicó en el número de febrero de 1928; fue el primer relato de los Mitos de Cthulhu, que tuvieron una gran acogida, y un grupo de escritores del denominado Círculo de Lovecraft escribió otros relatos ambientados en ese cosmicismo, como Frank Belknap Long, August Derleth, E. Hoffman Price y Donald Wandrei. Robert E. Howard y Clark Ashton Smith eran amigos de Lovecraft, pero no escribieron relatos de Cthulhu; Howard se dedicó al género de la espada y brujería y Smith escribió una serie historias del género conocido como «alta fantasía», muchas de las cuales formaban parte de su ciclo hiperbóreo. Robert Bloch, que sería popularmente conocido como el escritor de la novela Psicosis (Psycho) posteriormente llevada al cine con gran éxito por Alfred Hitchcock, comenzó a publicar historias en Weird Tales en 1935; este era un fan del trabajo de Lovecraft y le pidió permiso para incluirlo como personaje en uno de sus relatos, y para matarlo posteriormente. Lovecraft le dio su permiso y le correspondió matando una versión de un personaje bajo la apariencia de Bloch en una de sus propias historias poco después. Edmond Hamilton, uno de los primeros escritores de space opera, se convirtió en colaborador habitual de la revista, y Wright también publicó relatos de ciencia ficción de Joseph Schlossel y Otis Adelbert Kline. La primera venta de Tennessee Williams fue a Weird Tales, con un cuento titulado «The Vengeance of Nitocris» (La venganza de Nitocris), publicado en el número de agosto de 1928 bajo el nombre real del autor, Thomas Lanier Williams.
El subtítulo de Weird Tales es «The Unique Magazine», y las selecciones de Wright fueron tan variadas como prometía este subtítulo; estaba dispuesto a publicar historias estrafalarias o extrañas sin ningún indicio de fantasía si eran lo bastante inusuales como para encajar en la revista. Aunque los criterios editoriales de Wright eran amplios y personalmente rechazaba las restricciones que los convencionalismos imponían a lo que podía publicar, se mostró precavido cuando se le presentó material que podría ofender a sus lectores. E. Hoffmann Price manifestó que su relato «Stranger from Kurdistan» se retuvo durante seis meses tras su compra antes de que Wright lo publicara en el número de julio de 1925; la historia incluye una escena en la que Cristo y Satanás se encuentran y Wright estaba preocupado por la posible reacción del lector. Sin embargo el relato resultó ser muy popular y Wright lo reimprimió en el número de diciembre de 1929. Pero a pesar de su cautela publicó «The Infidel's Daughter» de Price, una sátira del Ku Klux Klan, que conllevó una carta enojada y la cancelación de una suscripción de un miembro del Klan; Price recordó más tarde la respuesta de Wright: «una historia que suscita controversia es buena para la tirada... y de todos modos merecería una pérdida razonable de fanáticos de ese calibre». Wright también publicó «The Copper Bowl» (El cuenco de cobre), de George Fielding Eliot, una historia sobre una joven torturada que muere cuando su torturador obliga a una rata a comer a través de su cuerpo. Weinberg señala que la historia era tan horrible que habría sido difícil de colocar en una revista incluso cincuenta años más tarde.
En varias ocasiones Wright rechazó algún relato de Lovecraft para reconsiderarlo más adelante; de Camp cree que el rechazo de «In the Vault» (En la cripta) a finales de 1925, una historia sobre un cadáver mutilado que se vengaba de la funeraria responsable, fue porque era «demasiado horrible», pero Wright cambió de opinión unos años más tarde y apareció en abril de 1932. También rechazó su relato «Through the Gates of the Silver Key» (A través de las puertas de la llave de plata) a mediados de 1933; Price lo había revisado antes de pasárselo a Wright, y después de que Wright y Price analizaran la historia, Wright la compró en noviembre de ese año. Wright rechazó la novela de Lovecraft En las montañas de la locura (At the Mountains of Madness) en 1935, aunque en este caso fue probablemente debido a la extensión de la historia, ya que una publicación por entregas obligaba a pagar al autor por un material que no aparecería hasta dos o tres números más tarde y la revista disponía de poco dinero; en este caso no cambió de opinión.
Seabury Quinn fue el autor más prolífico de la revista, con una extensa serie de relatos sobre un detective, Jules de Grandin, que investigaba hechos sobrenaturales y durante un tiempo fue el escritor más popular de la revista. Otros colaboradores habituales fueron Paul Ernst, David H. Keller, Greye La Spina, Hugh B. Cave y Frank Owen, quienes escribieron fantasías situadas en una versión imaginaria del Extremo Oriente. La primera venta de C. L. Moore, «Shambleau», apareció en la revista en noviembre de 1933; Price visitó las oficinas de Weird Tales poco después de que Wright leyera el manuscrito y recordó que este estaba tan entusiasmado con la historia que cerró la oficina, declarándolo el «Día C. L. Moore». La historia fue muy bien recibida por los lectores, y el trabajo de Moore, incluidas sus historias sobre Jirel of Joiry y Northwest Smith, apareció casi exclusivamente en Weird Tales durante los siguientes tres años.
Además de ficción, Wright publicó una cantidad sustancial de poesía, generalmente con al menos un poema incluido en la mayoría de los números. Al principio incluyó a menudo reimpresiones de poemas como «El Dorado», de Edgar Allan Poe, pero pronto la mayor parte de la poesía fue original, con contribuciones de Lovecraft, Howard y Clark Ashton Smith, entre muchos otros. Entre las contribuciones de Lovecraft se incluyen diez de sus poemas «Fungi from Yuggoth», una serie de sonetos sobre temas extraños que escribió en 1930.
El material gráfico fue un elemento importante de la personalidad de la revista, con Margaret Brundage, que pintó muchas portadas con desnudos para la revista, tal vez como el artista más conocido. Muchas de las cubiertas de esta artista eran para los relatos de Seabury Quinn, y Brundage comentó más tarde que cuando Quinn se dio cuenta de que Wright siempre encargó portadas de Brundage que incluyeran un desnudo, «se aseguró de que cada relato del detective Grandin tuviera al menos una secuencia donde la heroína se despojaba de toda su ropa». Durante más de tres años a principios de los años 1930, de junio de 1933 a agosto/septiembre de 1936, Weird Tales solo publicó portadas de Brundage. Otro artista de portadas destacado fue J. Allen St. John, cuyas obras estaban más orientadas a la acción, y fue el que diseñó el logotipo del título de la revista utilizado entre 1933 y 2007. La primera venta profesional de Hannes Bok fue a Weird Tales, para la portada del número de diciembre de 1939; se convirtió en colaborador habitual durante los años siguientes.
Virgil Finlay, una de las figuras más importantes de la historia del arte en la ciencia ficción y la fantasía, hizo su primera venta a la revista en 1935; en ese momento Wright solamente compró una ilustración interior de Finlay porque le preocupaba que la delicada técnica de este artista no se reprodujera bien en el papel pulp. Después de una prueba de impresión en este tipo de papel de baja calidad demostró que la reproducción era más que adecuada, Wright comenzó a comprar regularmente trabajos de Finlay, que se convirtió en un artista de portadas habitual de Weird Tales a partir del número de diciembre de 1935. La demanda de los lectores de obras de Finlay era tan alta que en 1938 Wright le encargó una serie de ilustraciones para fragmentos extraídos de poemas famosos, como O sweet and far, from cliff and scar/The horns of Elfland faintly blowing, del «The Princess» de Tennyson. No todos los artistas tuvieron tanto éxito como Brundage y Finlay: Price indicó que Curtis Senf, que pintó 45 portadas al principio de la etapa Wright, «fue una de las gangas de Sprenger», que realizó pobres obras de arte, pero trabajó rápido por tarifas bajas.
Durante los años 1930, la tarifa de Brundage por un dibujo de portada era de 90 dólares. Finlay recibió 100 dólares por su primera portada, que apareció en 1937, más de un año después de que se utilizaran sus primeras ilustraciones interiores; Weinberg sugiere que este honorario más alto era en parte para cubrir el franqueo, puesto que Brundage vivía en Chicago y entregaba sus obras en persona, pero era también porque la popularidad de Brundage comenzaba a declinar. Cuando Delaney adquirió la revista a finales de 1938, la tarifa por un dibujo de portada se redujo a 50 dólares, y en opinión de Weinberg la calidad de la obra de arte se redujo de inmediato. Ya no aparecían desnudos, aunque no se sabe si se trataba de una política deliberada por parte de Delaney. En 1939 una campaña de Fiorello La Guardia, el alcalde de Nueva York, para eliminar el sexo de las revistas pulp, solicitaba portadas más suaves, por lo que puede que esto también haya tenido que ver.
En 1936 Robert E. Howard se suicidó y al año siguiente falleció Lovecraft. Disponía de tanto trabajo inédito de Lovecraft, que Wright pudo publicar más relatos de este autor después de su muerte que antes. En el caso de Howard, no existían relatos disponibles, pero otros escritores como Henry Kuttner le proporcionaron material similar. Al final del mandato de Wright como editor, muchos de los escritores que habían colaborado habitualmente con la revista habían desaparecido; Kuttner y otros como Price y Moore, todavía seguían escribiendo, pero las tarifas de Weird Tales eran demasiado bajas para que estos autores enviaran sus relatos a la revista. Clark Ashton Smith había dejado de escribir, y G. G. Pendarves y Henry Whitehead, otros dos escritores muy apreciados, habían fallecido.
Excepto por un par de revistas de corta vida como Strange Tales y Tales of Magic and Mystery, y una débil competencia de Ghost Stories, entre finales de los años 1920 y principios de 1930, Weird Tales tuvo poca competencia durante la mayor parte de los dieciséis años de Wright como editor. A principios de la década de 1930 comenzaron a aparecer una serie de pulps que se conocieron como revistas «weird menace» (amenazas extrañas), que duraron hasta el final de la década, pero a pesar de su nombre había poco solapamiento de contenido entre estas revistas y Weird Tales, ya que los relatos de las weird menace parecían estar basados en acontecimientos ocultos o sobrenaturales, pero al final del relato el misterio siempre acababa teniendo una explicación lógica. En 1935 Wright comenzó a incluir historias extrañas de detectives para tratar de atraer a algunos de los lectores de estas revistas a Weird Tales, y pidió a los lectores que le escribieran con comentarios. La reacción del lector fue uniformemente negativa, y después de un año anunció que no incluiría más relatos de este tipo.
En 1939 aparecieron dos amenazas más serias, ambas lanzadas para competir directamente por los lectores de Weird Tales. Strange Stories apareció en febrero de 1939 y duró poco más de dos años; Weinberg la describe como «de primera calidad», aunque la opinión de Ashley es menos elogiosa, describiéndola como poco original e imitativa. Al mes siguiente Street & Smith lanzó el primer número de Unknown. Fritz Leiber presentó varios de sus relatos de Fafhrd y el Ratonero Gris a Wright, pero este los rechazó todos (al igual que McIlwraith cuando asumió la dirección) y Leiber se los envió a John W. Campbell para Unknown y, aunque Campbell le comentó a Leiber que consideraba que «estarían mejor en Weird Tales», le compró varios relatos, comenzando con «The Automatic Pistol», que apareció en el número de mayo de 1940 de Unknown. Los relatos se convirtieron en una serie muy popular de espada y brujería, pero ninguno de ellos apareció en Weird Tales.
Weird Tales incluyó una sección de cartas al editor, titulada «The Eyrie», durante la mayor parte de su existencia; durante el tiempo de Wright como editor, generalmente estaba llena de cartas extensas y detalladas. Cuando aparecieron las portadas de Brundage con desnudos, en «The Eyrie» se inició un largo debate sobre si eran convenientes para la revista, con un número similar de partidarios de ambas opciones. Durante años fue el tema más discutido en esta sección de la revista. Muchos de los autores que Wright publicó también escribieron cartas, como Lovecraft, Howard, Kuttner, Bloch, Smith, Quinn, Wellman, Price y Wandrei; en la mayoría de los casos, estas cartas alababan a la revista, pero ocasionalmente se formulaba un comentario crítico, como cuando Bloch expresó repetidamente su aversión por las historias de Howard de Conan el Bárbaro. Otro debate que se debatió en la sección fue la cuestión de cuánta ciencia ficción debía incluir la revista. Hasta que se lanzó Amazing Stories en abril de 1926, la ciencia ficción era popular entre los lectores de Weird Tales, pero a partir de ese momento comenzaron a aparecer cartas que pedían a Wright que excluyera la ciencia ficción y solo publicara fantasías extrañas y terror. Los lectores pro ciencia ficción eran mayoría, y como Wright estaba de acuerdo con ellos, continuó incluyendo este género en la revista. Hugh B. Cave, que vendió media docena de relatos a Wright a principios de la década de 1930, comentó en una carta en «The Eyrie» dirigida a un colega escritor: «Ninguna otra revista discute tanto sobre los relatos publicados, permitiendo a los autores saber como se reciben sus obras».
Legado[]
Weird Tales fue una de las revistas más importantes del campo de la fantasía; en opinión de Mike Ashley, es «la segunda, solo después de Unknown, en significado e influencia», Weinberg va más lejos, calificándola como «la más importante e influyente de todas las revistas de fantasía». Weinberg sostiene que gran parte del material publicado por la revista nunca habría aparecido si esta no hubiera existido. Fue a través de Weird Tales donde Lovecraft, Howard y Clark Ashton Smith se hicieron populares, y fue el primero y uno de los mercados más importantes para las ilustraciones de ficción extraña y de ciencia ficción. Muchas de las historias de terror adaptadas para los primeros programas de radio como Stay Tuned for Terror aparecieron originalmente en Weird Tales. La «Edad de Oro» de la revista fue durante la etapa de Wright, y de Camp argumenta que uno de los logros de este editor fue crear una «Escuela de escritura Weird Tales». Justin Everett y Jeffrey H. Shanks, editores de una reciente colección académica de crítica literaria centrada en la revista, sostienen que «Weird Tales funcionó como un punto de partida en el desarrollo de la ficción especulativa de la que emergieron los géneros modernos de la fantasía y el terror».
Los editores de antologías anuales de ficción solían incluir a la revista, algo inusual para una pulp, y fue generalmente considerada con más respeto que la mayoría de este tipo de revistas. Esto siguió sucediendo mucho después de que terminó la primera etapa de la revista, ya que se convirtió en la fuente principal de relatos cortos de fantasía para los antologistas durante varias décadas. Weinberg argumenta que las pulps de fantasía, de las cuales, en su opinión, Weird Tales eran la más influyente, contribuyeron a formar el género de fantasía moderno, y que Wright, «aunque no fue un editor perfecto ...era extraordinario, y una de las figuras más influyentes de la ficción moderna estadounidense de fantasía», añadiendo que Weird Tales y sus competidoras «sentaron la base sobre la cual descansa gran parte de la fantasía moderna». Everett y Shanks están de acuerdo y consideran a la revista como el lugar donde escritores, editores y un lector comprometido «elevaron la ficción especulativa a nuevas cotas» y su influencia «resuena a través de la cultura popular moderna». En palabras de Ashley, «en algún lugar del interior de la imaginación de todos los escritores estadounidenses de terror (y muchos no estadounidenses) hay parte del espíritu de Weird Tales»