
La maldición que cayó sobre Sarnath.
Sarnath es una ciudad que aparece en el relato La maldición que cayó sobre Sarnath.
Ubicación[]
Sarnath fue una ciudad situada en la región de Mnar en las Tierras del Sueño.
Descripción[]
En los cilindros de arcilla de Kadatheron está escrito que los habitantes de Ib eran, por su color, tan verdes como el lago y las nieblas que de él se elevan; que poseían abultados ojos y labios gruesos y blandos y extrañas orejas y que carecían de voz. También está escrito que procedían de la luna, de la que habían descendido una noche a bordo de una gran niebla, junto con el lago vasto de aguas tranquilas y la propia ciudad de Ib, construida en piedra gris.
Hace más de 10.000 años, una raza de pastores colonizaron la tierra de Mnar, fundando la ciudades de Thraa, Ilarnek y Kadatheron. Algunas tribus errantes se alejaron para hacer una nueva ciudad junto al lago atraidos por un yacimiento de metales preciosos. La ciudad se llamó Sarnath, y descubrieron que del otro lado existía una ciudad más antigua, anterior a la existencia del hombre en Mnar; la ciudad de Ib...
Existe en la tierra de Mnar un lago vasto de aguas tranquilas al que ningún río alimenta y del cual tampoco fluye río alguno. En sus orillas se alzaba, hace diez mil años, la poderosa ciudad de Sarnath, mas hoy ya no existe allí ciudad alguna.

Bokrug.
Los guerreros que arrasaron la ciudad de Ib llevaron a Sarnath la imagen de piedra del ídolo Bokrug, en señal de su victoria y de su hegemonía sobre la tierra de Mnar...
Mas en la noche que siguió al día en que había sido instalado en el templo, algo terrible debió suceder, pues sobre el lago se vieron luces fantásticas y, por la mañana, notaron las gentes que el ídolo no estaba en el templo y que el sumo sacerdote Taran-Ish yacía muerto, como fulminado por un terror indecible, y, antes de morir, Taran-Ish había trazado con mano insegura, sobre el altar de crisolita, el signo de MALDICIÓN.
De esta forma, la maldición se cernió sobre Sarnath, pero como el tiempo pasaba y no ocurría nada, la civilización humana prosperó confiada, alcanzando el cenit de la sofisticación.
Maravillosos asimismo eran los jardines plantados por Zokkar, rey de tiempos remotos. Se hallaban situados en el centro de Sarnath, ocupando gran extensión de terreno, y estaban rodeados por una elevada muralla. Se hallaban protegidos por una inmensa cúpula de cristal, a través de la cual brillaban el sol, la luna y los planetas cuando el tiempo era claro, y de la cual pendían imágenes refulgentes del sol, de la luna, de las estrellas y de los planetas cuando el tiempo no era claro. En verano, los jardines eran refrigerados mediante una fresca brisa perfumada producida por grandes aspas ingeniosamente concebidas, y en invierno eran caldeados mediante fuegos ocultos, de tal modo que en aquellos jardines siempre era primavera.
Si leemos el relato con atención hay matices sorprendentes en la descripción de Sarnath como el sistema de termorregulación que se señala en la cita anterior. Igualmente insólito y llamativo es hablar de una antiquísima ciudad de cincuenta millones de habitantes...
Los habitantes de Sarnath realizaban un ritual cíclico con el que pretendían alejar en vano la sombra de la maldición.
Rendíanse también honores a las sombras de los que habían aniquilado a los extraños seres primordiales, y el recuerdo de tales seres y de sus dioses arcaicos se convertía en objeto de mofa por parte de danzantes y vihuelistas coronados con rosas de los jardines de Zokkar. Y los reyes contemplaban las aguas del lago y maldecían los huesos de los muertos que yacían bajo su superficie.
Durante uno de estas celebraciones conmemorativas, cumplido un lapsus de mil años, cuando la ciudad acogía a príncipes y todo tipo de viajeros, la aniquilación descendió sobre Sarnath...
Luego, próxima ya la medianoche, abriéronse de golpe todas las puertas de bronce de Sarnath y por ellas salió una multitud enloquecida que se extendió, como una ola negra, por la llanura, de tal modo que todos los visitantes, príncipes o viajeros, huyeron empavorecidos. Pues en los rostros de esta multitud se leía la locura nacida de un horror insoportable
Y así se cumplió lo anunciado con la desaparición del ídolo de Bokrug:
Y fue el sumo sacerdote Gnai-Kah el primero en observar las sombras que descendían al lago desde el doble cuerno de la luna gibosa y las infames nieblas verdes que a su encuentro se alzaban del lago, envolviendo en brumas siniestras torres y cúpulas de Sarnath, cuyo destino ya había sido señalado.

Ilustración.
Howard Phillips Lovecraft describe de forma bastante detallada la onírica ciudad de Sarnath...
Maravilla del mundo y orgullo de la humanidad era Sarnath la magnífica. Sus murallas eran de mármol pulido de las canteras del desierto y su altura era de trescientos codos y su anchura de setenta y cinco, de tal modo que, por el camino de ronda, podían pasar dos carretas a la vez. Su longitud era de quinientos estadios y rodeaban la ciudad excepto por la parte del lago, donde había un dique de piedra gris contra el que se estrellaban las extrañas olas que se alzaban una vez al año, durante la ceremonia que conmemoraba la destrucción de Ib. Tenía Sarnath cincuenta calles, que iban del lago a las puertas de las caravanas, y otras cincuenta más que iban en dirección perpendicular a aquéllas. De ónice estaban pavimentadas todas, excepto las que eran vía de paso para caballos, camellos y elefantes, estando éstas empedradas con losas de granito. Y las puertas de Sarnath eran tantas como calles llegaban a sus murallas, y todas eran de bronce y estaban flanqueadas por estatuas de leones y elefantes esculpidos en una piedra que hoy desconocen ya los hombres. Las casas de Sarnath eran de ladrillo vidriado y de calcedonia y todas tenían un jardín amurallado y un estanque cristalino.
Especial maravilla fueron los templos y palacios mandados construir por el rey Zokkar.
Había muchos palacios, el último de los cuales era más grande que cualquiera de los de Thraa, Ilarnek o Kadatheron. Tan altos eran sus techos que, a veces, los visitantes imaginaban hallarse bajo la bóveda del mismo cielo; sin embargo, cuando encendían sus lámparas alimentadas con aceites de Dother, las paredes mostraban vastas pinturas que representaban reyes y ejércitos de tal esplendor que quien las contemplaba sentía asombro y pavor a la vez. Muchos eran los pilares de los palacios, todos de mármol veteado y cubiertos de bajorrelieves de insuperable belleza. Y en la mayor parte de los palacios, los suelos eran mosaicos de berilio y lapislázuli y sardónice y carbunclo y otros materiales preciosos, dispuestos con tanto arte que el visitante a veces creía caminar sobre macizos de las flores más raras.
También menciona Lovecraft un sofisticado sistema hidráulico...
Y había asimismo fuentes que arrojaban agua perfumada en surtidores instalados con sorprendente habilidad.
Y un autentico prodigio arquitectónico y de ingeniería hidráulica...
Mas superior a todos los demás era el palacio de los Reyes de Mnar y países adyacentes. El trono descansaba sobre dos leones de oro macizo y estaba situado tan alto que, para llegar a él, era preciso subir una escalinata de muchos peldaños. Y el trono estaba tallado en una sola pieza de marfil y ya no vive hombre que sepa explicar de dónde procedía pieza de tal tamaño. En aquel palacio había también muchas galerías y muchos anfiteatros donde leones, hombres y elefantes combatían para solaz de los reyes. A veces, los anfiteatros eran inundados con aguas traídas del lago mediante poderosos acueductos y entonces se celebraban allí justas acuáticas o combates entre nadadores y mortíferas bestias del mar.
Fauna y flora[]
Aunque fue una ciudad humana, tras caer la maldición los thuum'ha, habitantes de la destruida Ib, comenzaron a poblar también las ruinas de Sarnath. La flora es la propia de zonas lacustres o pantanosas.
Curiosidades[]
- Lovecraft comenta que este nombre lo halló en un escrito de lord Dunsany, pero no obstante parece ser de su propia invención. Por lo que no dejó de sorprenderse cuando descubrió que Sarnath es una ciudad histórica y de una singular importancia. Se trata de una ciudad del estado de Uttar Pradesh (India), a las afueras de Benarés. La tradición indica que fue el lugar en el que Buda predicó por vez primera e inició sus fundaciones de comunidades o shanga. La significación de este lugar para el budismo es máxima, convirtiéndose en un centro monástico de la mayor importancia. En tiempos de Buda fue un jardín con gacelas, lo que hizo que tomara el nombre de Saranganath, "Señor de las gacelas", de donde deriva su actual nombre.