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|comentario imagen = Ilustración realizada por Verreaux (Verreauxi Aquilae).
 
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|género = Masculino
 
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El doctor Jean-François Charriere es un personaje del relato "[[El superviviente]]".
 
El doctor Jean-François Charriere es un personaje del relato "[[El superviviente]]".
   
 
==Descripción física==
 
==Descripción física==
Jean-François Charriere era un cirujano francés proveniente de Quebec que vivía en la llamada "Casa Charriere" de la calle Benefit. Anteriormente había vivido en Bayona, París y Pondichérry. Una de las personas que le comoció le describía como "''un hombre alto de piel áspera''", pero lo cierto es que nadie le había visto en seis años. Los vecinos jóvenes le recordaban como un tipo indeseable que coleccionaba lagartos y otros bichos de esa clase, y rumoreaban que realizaba diabólicos experimentos en su laboratorio.
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Jean-François Charriere era un cirujano francés proveniente de Quebec que vivía en la llamada "Casa Charriere" de la calle Benefit. Anteriormente había vivido en Bayona, París y Pondichérry. Una de las personas que le comoció le describía como "''un hombre alto de piel áspera''", pero lo cierto es que nadie le había visto en seis años. Los vecinos jóvenes le recordaban como un tipo indeseable que coleccionaba lagartos y otros bichos de esa clase, y rumoreaban que realizaba diabólicos experimentos en su laboratorio.
   
 
Según uno de los personajes, en 1907 se podría haber descrito como un tritón un poco crecido que andase sobre sus patas traseras y vistiera ropas elegantes, de piel áspera, casi callosa. Era un hombre frío. Vivía en otro mundo y no aparentaba más de ochenta años. Por su parte, una vecina le recordaba como "''un hombre alto, jorobado como una hoz, con una perilla pequeña, igual que la de una cabra''", con "''una cosa negra y larga, demasiado grande para ser una serpiente''" que reptaba entre sus pies y le hacía pensar en serpientes cada vez que miraba al doctor Charriere. En un cuadro de la casa, aparecía con una cara delgada y ascética, con una barba desordenada. Lo que más resaltaba en ese rostro eran los pómulos salientes que acentuaban el hundimiento de las mejillas y el brillo de los ojos negros. En general, su aspecto era desvaído y siniestro.
 
Según uno de los personajes, en 1907 se podría haber descrito como un tritón un poco crecido que andase sobre sus patas traseras y vistiera ropas elegantes, de piel áspera, casi callosa. Era un hombre frío. Vivía en otro mundo y no aparentaba más de ochenta años. Por su parte, una vecina le recordaba como "''un hombre alto, jorobado como una hoz, con una perilla pequeña, igual que la de una cabra''", con "''una cosa negra y larga, demasiado grande para ser una serpiente''" que reptaba entre sus pies y le hacía pensar en serpientes cada vez que miraba al doctor Charriere. En un cuadro de la casa, aparecía con una cara delgada y ascética, con una barba desordenada. Lo que más resaltaba en ese rostro eran los pómulos salientes que acentuaban el hundimiento de las mejillas y el brillo de los ojos negros. En general, su aspecto era desvaído y siniestro.
   
 
==Vida, muerte y hechos posteriores==
 
==Vida, muerte y hechos posteriores==
El doctor Charriere había llevado una vida recluida y había muerto en 1927, al menos según la noticia oficial aparecida en su día en el Journal de Providence. Este doctor había dejado en su testamento una considerable suma de dinero para pagar los impuestos durante muchos años y garantizar que la casa estaría allí en el caso de que sus herederos (al menos, el único varón superviviente) la reclamasen. Pero lo cierto es que el doctor no estaba muerto. Tal y como descubre el narrador de la historia, Charriere había nacido en 1636, estudiado en París con el exiliado monárquico Richard Wiseman entre 1653 y 1656, realizado servicio como cirujano del ejército francés en Pondichérry y la costa india de Caronmandall desde 1674 en adelante y había sido doctor en Quebec desde 1691 hasta 1697. A partir de entonces, comenzó a investigar la longevidad de los cocodrilos, los caimanes y otros reptiles, así como sus causas, que plasmó en diversos documentos. En algunos de esos apuntes se sugería que había sometido a "operaciones" a alguien con el fin de alargarle la vida.
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El doctor Charriere había llevado una vida recluida y había muerto en 1927, al menos según la noticia oficial aparecida en su día en el Journal de Providence. Este doctor había dejado en su testamento una considerable suma de dinero para pagar los impuestos durante muchos años y garantizar que la casa estaría allí en el caso de que sus herederos (al menos, el único varón superviviente) la reclamasen. Pero lo cierto es que el doctor no estaba muerto. Tal y como descubre el narrador de la historia, Charriere había nacido en 1636, estudiado en París con el exiliado monárquico Richard Wiseman entre 1653 y 1656, realizado servicio como cirujano del ejército francés en Pondichérry y la costa india de Caronmandall desde 1674 en adelante y había sido doctor en Quebec desde 1691 hasta 1697. A partir de entonces, comenzó a investigar la longevidad de los cocodrilos, los caimanes y otros reptiles, así como sus causas, que plasmó en diversos documentos. En algunos de esos apuntes se sugería que había sometido a "operaciones" a alguien con el fin de alargarle la vida.
   
 
Pero había otro tipo de notas distintas. Al contrario de las otras, de carácter científico, estas hacían referencia a criaturas mitológicas, tales como "[[Padre Dagón|Dagón]]" o "[[Cthulhu]]", deidades marinas de una mitología antigua. Los apuntes también hablaban de unos seres anfibios llamados "[[Profundos]]", de gran longevidad, que adoraban a esas deidades y vivían en el fondo de los océanos, así como de estatuas de saurios de diversos puntos del mundo. Charriere también había atesorado una colección de libros antiguos en diversos idiomas editados entre 1670 y 1820, tales como "[[Unaussprechlichen Kulten]]" o "[[Cultes des Goules]]", junto con otros de zoología y antiguas culturas, como "''Un estudio sobre la relación extente entre los habitantes de la Polinesia y las culturas indias del continente suramericano con especial referencia a Perú''", los [[Manuscritos pnakóticos]], "''De Furtivis Literarum Notis''" de Giambattista Porta, la "''Criptografía''" de Thicknesse, la "''Daemonolatreia''" de Remigius, "''La era de los saurios''" de Bamford y colecciones de diversos periódicos. Se encontraban en perfecto estado de conservación pese a haber sido constantemente usados.
 
Pero había otro tipo de notas distintas. Al contrario de las otras, de carácter científico, estas hacían referencia a criaturas mitológicas, tales como "[[Padre Dagón|Dagón]]" o "[[Cthulhu]]", deidades marinas de una mitología antigua. Los apuntes también hablaban de unos seres anfibios llamados "[[Profundos]]", de gran longevidad, que adoraban a esas deidades y vivían en el fondo de los océanos, así como de estatuas de saurios de diversos puntos del mundo. Charriere también había atesorado una colección de libros antiguos en diversos idiomas editados entre 1670 y 1820, tales como "[[Unaussprechlichen Kulten]]" o "[[Cultes des Goules]]", junto con otros de zoología y antiguas culturas, como "''Un estudio sobre la relación extente entre los habitantes de la Polinesia y las culturas indias del continente suramericano con especial referencia a Perú''", los [[Manuscritos pnakóticos]], "''De Furtivis Literarum Notis''" de Giambattista Porta, la "''Criptografía''" de Thicknesse, la "''Daemonolatreia''" de Remigius, "''La era de los saurios''" de Bamford y colecciones de diversos periódicos. Se encontraban en perfecto estado de conservación pese a haber sido constantemente usados.
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Lo que hizo que [[Alijah Atwood]] dejara de investigar fue un diario de fechas remotas. Si bien era imposible que el doctor hubiera vivido durante tanto tiempo, todas tenían la misma letra, pequeña y angulosa, y estaban relatadas de tal modo que no podía tratarse más que de experiencias vividas por el propio narrador. También incluía dibujos. Su contenido listaba personas de edad avanzada, con aspecto de saurio, batracio o descendiente de profundos en diversos puntos de Norteamérica desde Canadá hasta México. El autor supuso que pretendía establecer una relación entre los datos recopilados en las doctrinas de tres civilizaciones distintas: las leyendas vudús de la cultura negra, los cultos a los animales en el antiguo Egipto y una cultura completamente extraña: la de los [[Dioses Arquetípicos]] y su conflicto con los [[Primigenios]] y los sirvientes de estos entes de la era mesozoica. También había diagramas de operaciones copiadas de textos como "[[De Vermis Mysteriis]]". Todo este trabajo parecía justificar la reclusión de Charriere: un estudio así había de llevarse a cabo en secreto para evitar la burla de los científicos.
 
Lo que hizo que [[Alijah Atwood]] dejara de investigar fue un diario de fechas remotas. Si bien era imposible que el doctor hubiera vivido durante tanto tiempo, todas tenían la misma letra, pequeña y angulosa, y estaban relatadas de tal modo que no podía tratarse más que de experiencias vividas por el propio narrador. También incluía dibujos. Su contenido listaba personas de edad avanzada, con aspecto de saurio, batracio o descendiente de profundos en diversos puntos de Norteamérica desde Canadá hasta México. El autor supuso que pretendía establecer una relación entre los datos recopilados en las doctrinas de tres civilizaciones distintas: las leyendas vudús de la cultura negra, los cultos a los animales en el antiguo Egipto y una cultura completamente extraña: la de los [[Dioses Arquetípicos]] y su conflicto con los [[Primigenios]] y los sirvientes de estos entes de la era mesozoica. También había diagramas de operaciones copiadas de textos como "[[De Vermis Mysteriis]]". Todo este trabajo parecía justificar la reclusión de Charriere: un estudio así había de llevarse a cabo en secreto para evitar la burla de los científicos.
   
En fin, el corpus de la obra tenía como resultado la hipótesis de que el ser humano podía obtener algo de la longevidad característica de los saurios, añadiendo siglos a su existencia, y que al finalizar ese período, el individuo se retiraba a algún lugar húmedo para dejarse caer en un estado de semiinconsciencia hasta que comenzaba otra larga vida con alteraciones físicas, debido a las que se adaptaba a un modelo de existencia distinto en cada una de sus vidas.
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En fin, el corpus de la obra tenía como resultado la hipótesis de que el ser humano podía obtener algo de la longevidad característica de los saurios, añadiendo siglos a su existencia, y que al finalizar ese período, el individuo se retiraba a algún lugar húmedo para dejarse caer en un estado de semiinconsciencia hasta que comenzaba otra larga vida con alteraciones físicas, debido a las que se adaptaba a un modelo de existencia distinto en cada una de sus vidas.
   
 
Cuando Atwood empieza a investigar la casa Charriere, empieza a escuchar ruidos en el jardín, así como a ver una figura encorvada merodeando por este. El narrador cree que son alucinaciones hasta la noche en la que esta figura entra en el despacho del finado desde la ventana que da al jardín y se lleva algunos de sus papeles. Antes de que escapase, pudo ver que llevaba un traje muy ajustado al cuerpo. Las pisadas que había dejado eran irregulares y mojadas, de forma anormalmente ancha, con uñas tan largas que habían dejado su marca delante de cada dedo. Es entonces cuando el narrador estudia las diversas anotaciones y concluye que el doctor buscaba alargar su propia vida... y que había tenido éxito, al menos en parte.
 
Cuando Atwood empieza a investigar la casa Charriere, empieza a escuchar ruidos en el jardín, así como a ver una figura encorvada merodeando por este. El narrador cree que son alucinaciones hasta la noche en la que esta figura entra en el despacho del finado desde la ventana que da al jardín y se lleva algunos de sus papeles. Antes de que escapase, pudo ver que llevaba un traje muy ajustado al cuerpo. Las pisadas que había dejado eran irregulares y mojadas, de forma anormalmente ancha, con uñas tan largas que habían dejado su marca delante de cada dedo. Es entonces cuando el narrador estudia las diversas anotaciones y concluye que el doctor buscaba alargar su propia vida... y que había tenido éxito, al menos en parte.
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[[Categoría:Seres humanos]]
 
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[[Categoría:Ocultistas]]
 
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[[Categoría:Hombres no estadounidenses]]
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[[Categoría:Personajes no estadounidenses]]

Revisión del 17:20 13 abr 2018

El doctor Jean-François Charriere es un personaje del relato "El superviviente".

Descripción física

Jean-François Charriere era un cirujano francés proveniente de Quebec que vivía en la llamada "Casa Charriere" de la calle Benefit. Anteriormente había vivido en Bayona, París y Pondichérry. Una de las personas que le comoció le describía como "un hombre alto de piel áspera", pero lo cierto es que nadie le había visto en seis años. Los vecinos jóvenes le recordaban como un tipo indeseable que coleccionaba lagartos y otros bichos de esa clase, y rumoreaban que realizaba diabólicos experimentos en su laboratorio.

Según uno de los personajes, en 1907 se podría haber descrito como un tritón un poco crecido que andase sobre sus patas traseras y vistiera ropas elegantes, de piel áspera, casi callosa. Era un hombre frío. Vivía en otro mundo y no aparentaba más de ochenta años. Por su parte, una vecina le recordaba como "un hombre alto, jorobado como una hoz, con una perilla pequeña, igual que la de una cabra", con "una cosa negra y larga, demasiado grande para ser una serpiente" que reptaba entre sus pies y le hacía pensar en serpientes cada vez que miraba al doctor Charriere. En un cuadro de la casa, aparecía con una cara delgada y ascética, con una barba desordenada. Lo que más resaltaba en ese rostro eran los pómulos salientes que acentuaban el hundimiento de las mejillas y el brillo de los ojos negros. En general, su aspecto era desvaído y siniestro.

Vida, muerte y hechos posteriores

El doctor Charriere había llevado una vida recluida y había muerto en 1927, al menos según la noticia oficial aparecida en su día en el Journal de Providence. Este doctor había dejado en su testamento una considerable suma de dinero para pagar los impuestos durante muchos años y garantizar que la casa estaría allí en el caso de que sus herederos (al menos, el único varón superviviente) la reclamasen. Pero lo cierto es que el doctor no estaba muerto. Tal y como descubre el narrador de la historia, Charriere había nacido en 1636, estudiado en París con el exiliado monárquico Richard Wiseman entre 1653 y 1656, realizado servicio como cirujano del ejército francés en Pondichérry y la costa india de Caronmandall desde 1674 en adelante y había sido doctor en Quebec desde 1691 hasta 1697. A partir de entonces, comenzó a investigar la longevidad de los cocodrilos, los caimanes y otros reptiles, así como sus causas, que plasmó en diversos documentos. En algunos de esos apuntes se sugería que había sometido a "operaciones" a alguien con el fin de alargarle la vida.

Pero había otro tipo de notas distintas. Al contrario de las otras, de carácter científico, estas hacían referencia a criaturas mitológicas, tales como "Dagón" o "Cthulhu", deidades marinas de una mitología antigua. Los apuntes también hablaban de unos seres anfibios llamados "Profundos", de gran longevidad, que adoraban a esas deidades y vivían en el fondo de los océanos, así como de estatuas de saurios de diversos puntos del mundo. Charriere también había atesorado una colección de libros antiguos en diversos idiomas editados entre 1670 y 1820, tales como "Unaussprechlichen Kulten" o "Cultes des Goules", junto con otros de zoología y antiguas culturas, como "Un estudio sobre la relación extente entre los habitantes de la Polinesia y las culturas indias del continente suramericano con especial referencia a Perú", los Manuscritos pnakóticos, "De Furtivis Literarum Notis" de Giambattista Porta, la "Criptografía" de Thicknesse, la "Daemonolatreia" de Remigius, "La era de los saurios" de Bamford y colecciones de diversos periódicos. Se encontraban en perfecto estado de conservación pese a haber sido constantemente usados.

Lo que hizo que Alijah Atwood dejara de investigar fue un diario de fechas remotas. Si bien era imposible que el doctor hubiera vivido durante tanto tiempo, todas tenían la misma letra, pequeña y angulosa, y estaban relatadas de tal modo que no podía tratarse más que de experiencias vividas por el propio narrador. También incluía dibujos. Su contenido listaba personas de edad avanzada, con aspecto de saurio, batracio o descendiente de profundos en diversos puntos de Norteamérica desde Canadá hasta México. El autor supuso que pretendía establecer una relación entre los datos recopilados en las doctrinas de tres civilizaciones distintas: las leyendas vudús de la cultura negra, los cultos a los animales en el antiguo Egipto y una cultura completamente extraña: la de los Dioses Arquetípicos y su conflicto con los Primigenios y los sirvientes de estos entes de la era mesozoica. También había diagramas de operaciones copiadas de textos como "De Vermis Mysteriis". Todo este trabajo parecía justificar la reclusión de Charriere: un estudio así había de llevarse a cabo en secreto para evitar la burla de los científicos.

En fin, el corpus de la obra tenía como resultado la hipótesis de que el ser humano podía obtener algo de la longevidad característica de los saurios, añadiendo siglos a su existencia, y que al finalizar ese período, el individuo se retiraba a algún lugar húmedo para dejarse caer en un estado de semiinconsciencia hasta que comenzaba otra larga vida con alteraciones físicas, debido a las que se adaptaba a un modelo de existencia distinto en cada una de sus vidas.

Cuando Atwood empieza a investigar la casa Charriere, empieza a escuchar ruidos en el jardín, así como a ver una figura encorvada merodeando por este. El narrador cree que son alucinaciones hasta la noche en la que esta figura entra en el despacho del finado desde la ventana que da al jardín y se lleva algunos de sus papeles. Antes de que escapase, pudo ver que llevaba un traje muy ajustado al cuerpo. Las pisadas que había dejado eran irregulares y mojadas, de forma anormalmente ancha, con uñas tan largas que habían dejado su marca delante de cada dedo. Es entonces cuando el narrador estudia las diversas anotaciones y concluye que el doctor buscaba alargar su propia vida... y que había tenido éxito, al menos en parte.

La noche siguiente, tras darse cuenta de que una silueta alta y encorvada que, medio agachada y arrastrando los pies, se dirigía hacia la oscuridad del jardín, el narrador aguardó hasta que una hora más tarde, el intruso entró de nuevo al estudio. Pese al horror que sintió, consiguió dispararlo, mas no seguirlo debido a su fuerte olor. Pero el narrador siguió las huellas ensangrentadas hasta el pozo de la mansión, que a su vez llevaba a la tumba del doctor. Y allí estaba una figura que acababa de morir. Sus ropas estaban desgarradas por las horribles mutaciones de su cuerpo. Su piel estaba cubierta de costras; sus manos y sus pies descalzos eran planos, de aspecto fuertes, parecidos a unas garras. Una cola que había crecido en la base de la columna vertebral, y en mandíbula de cocodrilo en la que aún crecía pelo, como la barba de una cabra. El autor entonces reconoció que el superviviente del testamento no era otro que el popio doctor, devuelto a la vida por el conocimiento de ritos olvidados, más antiguos que la propia humanidad.