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Eternidad es un relato de Yuke Kabula. Eternidad es la transcripción del "Ensalmo Primero" del libro ficticio Revelaciones del Emperador Inmortal y estaría escrito en primera persona por el Emperador.

Historia de la publicación[]

Este relato, en formato de poema en prosa, fue escrito en 2023 para Shangri-La 93: Los Mitos de Ghisguth, aunque no llegaría a incluirse en la misma. Apareció finalmente publicado en la antología de 2025 El tirano del sol naciente.

El Relato[]

Hay tres cosas que no pasan mucho tiempo ocultas: El sol, la luna y la verdad.

Siddartha Gautama

* * *


Camino por los marmóreos jardines del palacio celestial, mi morada. Respiro la fragancia de flores imperecederas y escupo en el rostro al tiempo, que siempre me observa con rostro arrogante. Su tiranía no importa, no para mí.

Pues mía es la Eternidad.

Alzo mis ojos al cielo y sonrío. “Hágase tu voluntad”. ¡Cuántas veces he oído esas palabras, articuladas en vano por necios, esclavos de la carne, que creen que la única voluntad válida es la suya! Me río de su vanidad, de su ignorancia, mientras danzo alegremente sobre sus huesos. Se hará mi voluntad, más no porque un anciano consumido por las venéreas lo proclamase cual dogma. No. Nadie decide cual es mi destino, nadie dicta cual es mi propósito.

La Eternidad me pertenece.

Lejos de la prisión de la carne, lejos de lo mundano. Consumiendo el néctar y ambrosía en la morada de dioses ya hace mucho defenestrados. Solo en el salón del banquete. Pero ¡ah! Cuan agradecida soledad. Ya no me llegan los rugidos de las bestias. Mi nariz ya no siente el hedor de la descomposición a la que la decrépita humanidad lleva encaminándose desde hace milenios. Solo la gentil claridad de la luna. Y yo le digo:

Soy Eterno.

Bebo del vino sagrado, vedado al común de los mortales, mientras con mi mano acaricio las delicadas sedas que tejen con su rueca las moiras. Le muestro mi saciedad a Tántalo y, desde el trono del Elisio, me compadezco de la futilidad de los esfuerzos de Sísifo. Observo, mientras mis oídos son deleitados por los cantos de las musas. He mirado al abismo y el abismo ha apartado la mirada. Y ya no temo mirar a lo alto, pues allá es donde pertenezco, es allá donde encuentro mi reposo.

En la Eternidad.

Tras mucho tiempo rogando a los astros, implorando por la Verdad, la Verdad finalmente viene a mí. Del fuego, de la luz. Pero también del agua, de la sombra. No hay el uno sin el otro. Solo en el equilibrio se puede existir, solo en el equilibrio está la Paz. Vientos siderales traen sus mensajes desde más allá de las Híades y yo escucho… escucho su mensaje, pero no con los oídos de la carne, ensordecidos por un pecado que ni siquiera conocemos; un pecado cometido no por uno, sino por todos los simios pecadores que agachan su cabeza ante falsos ídolos, ante los ídolos de los hombres. No. Tumbado en mi triclinio de marfil y con el rostro vuelto hacia el cielo, escucho con los oídos del espíritu. Pues tal es su naturaleza.

Tal es la Eternidad.

           Satisfecho, me vuelco en mis entretenimientos. Con mis métodos. Con mis normas. Con mi Ley y mi Justicia. Todo será como haya de ser. Todo tomará el rumbo que haya de tomar. Alzando los brazos, clamo orgulloso. Clamo, con un grito poderoso que desgarra las nubes y sacude el paraíso: yo arrasaré las viejas moradas de los dioses; yo profanaré sus polvorientas tumbas. Porque yo soy el que soy y el universo me ha bendecido con este instante. Yo soy el Emperador Inmortal.

Y este instante es Eterno.

(Ensalmo Primero de las Revelaciones del Emperador Inmortal)