Abdul Yasar al Hazrid[1], más conocido como Abdul Alhazred, el árabe loco es un personaje citado frecuentemente en Los Mitos de Cthulhu. A él se le atribuye la creación del Necronomicón y apareció por primera vez en La ciudad sin nombre.
Etimología[]
Una famosa teoría dice que el nombre Alhazred es una distorsión de la expresión inglesa "all-has read" ("que todo ha leído"). En su infancia, el propio Lovecraft había utilizado como seudónimo este nombre; también lo habría usado en su madurez a la hora de escribir correspondencia en el Círculo de Lovecraft, impulsado por la fascinación por el mundo árabe que le había transmitido la lectura de Las Mil y Una Noches.
Desde un punto sintáctico, el nombre no se ajusta a las normas árabes, ya que posee dos artículos. Esto puede interpretarse como que su verdadero nombre sería "Abd al Hazred", "Abd el Hazred" o "Abdul Al Hazred", de manera que la escritura Abdul Alhazred podría deberse a un error de traducción por parte de Theodorus Philetas cuando este se dispuso a pasar al griego el Kitab Al-Azif. Según material perteneciente al juego de rol La Llamada de Cthulhu, su nombre es "Abd al-Azrad", aunque Rafael Llopis propuso un nombre más apropiado según las convenciones onomásticas de la época: "Abdul Yasar al Hazrid" , castellanizado como "Abdelesar el mago".
Historia[]
Según Llopis en El novísimo Algazife o libro de las postrimerías Abdul Alhazred, bajo el nombre de Abdul Yasar Ibn al Yamani, habría nacido en Menfis, Egipto, entre finales del siglo VII y principios del VIII. Hijo de la sacerdotisa de una secta de Ptah-Sokar-Usir y de una autoridad tribal yemení, pronto sería sacado de Egipto por su padre, llevándoselo a Saná, donde pasaría su infancia. Al cumplir una cierta edad regresa a Menfis, donde es iniciado en los ritos egipcios, siendo entrenado, según Lin Carter, por el hechicero sarraceno Yakthoob (tal como describe en El destino de Yakthoob). Sin embargo, pronto renegará de ellos, al descubrir casi por accidente una verdad cósmica que superaba todo lo que le habían enseñado. Abdul fundaría su propia escuela, basada en el conocimiento sobre unas entidades primordiales que habrían sido la inspiración de los dioses egipcios y que habrían extendido su influencia más allá del Mediterráneo y por todo el mundo conocido.
Deseoso de conocer hasta donde había llegado la influencia de estas entidades primoridales, a los que él se refiere como "guerreros de la luz de Sirio", Abdul ve la ocupación musulmana de la Hispania romanizada como una oportunidad. Es por ello que se puso al servicio del emir Muza ibn Nusair, llegando a cruzar el estrecho en 712. Pronto, Abdul se enteraría del verdadero objetivo de Muza: encontrar la perdida ciudad de Irem, a la cual confunde con Kadath y de la cual sospechaba que se encontraba al sur de la península ibérica (tal vez relacionada con el contexto tartésico). Sin embargo y para su decepción, no estaba allí. Durante su estancia en Al-Andalus, Abdul se dedicó a canalizar las fuerzas cósmicas y telúricas del lugar, creando varios "lugares de poder" en los que sería más fácil contactar con entidades primordiales.
Cuando Muza regresa a Damasco, el califa Suleyman lo detiene y lo condena por traición. Es entonces cuando Abdul abandona precipitadamente la península para ir a interceder ante el califa en favor de Muza. Por la mediación de Abdul, Muza es perdonado, aunque se le confiscan todos sus bienes. Es entonces cuando Abdul trata de convencer a Muza de que emprendan juntos una nueva búsqueda de Irem, pero Muza, ya anciano y cansado, deja que Abdul emprenda esa misión en solitario.
De Damasco se desplaza a Babilonia, donde toma parte en "excavaciones misteriosas y actividades secretas" y posteriormente viaja a Persia, pasando un tiempo en el desierto salado de Jorasán. Durante este tiempo se pierden las noticias sobre él, siendo su siguiente ubicación conocida un punto junto al lago Van. Tras recorrer parte de Anatolia, toma una embarcación hacia Alejandría y regresa a Menfis, la tierra de su madre. Allí, según la Historia del Necronomicón, habría visitado "subterráneos secretos".
Volviendo con lo descrito en el Algazife de Llopis, Abdul acabaría pisando nuevamente Yemen, donde un anacoreta ciego le daría la ubicación de Irem, situada en el desierto de Rub al Jali. De este modo, alcanzaría finalmente la ciudad perdida, donde recibiría de manos de los djinn y los gules una serie de conjuros y conocimientos arcanos que podrían servir para convocar a las entidades primordiales. Sin embargo y para decepción de Abdul, esta ciudad no era Kadath, sino algo más oscuro y maligno.
En 730, Abdul regresa a Damasco, teniendo ya unos 40 años, y da a conocer los primeros borradores del Kitab Al-Azif, germen de lo que sería el moderno Necronomicón. Abdul, cada vez más temido por sus conocimientos oscuros y sus contactos con los poderosos, comienza a ser cada vez más temido y a despertar más recelos. En el 738 Abdul trata de abandonar Damasco, pero es atacado y devorado por un ser invisible, al menos según la versión oficial. Otros recuentos aluden a que habría fingido su muerte para escapar de sus opositores, o incluso, que hubiera sido asesinado por estos.
Por su parte, el Algazife defiende la postura de que fingió su muerte, situándolo unos años después nuevamente en Al-Andalus, en concreto en Elvira. En Pamplona, se habría puesto en contacto con hechiceros vascones, transmitiéndoles su sabiduría e iniciándolos en el culto de Chaugnar Faugn, al que Abdul asimilaba con el Khentymentu egipcio. El propio Abdul habría viajado al pirineo Vasco, donde habría conectado en sueños con el durmiente Chaugnar-Faugn y conversado con él.
Tras esto, habría viajado por varias localizaciones, entre ellas la Sierra de Guadarrama y Toledo, fundando una escuela en esta ciudad. Tras una breve estancia en Córdova regresa a Elvira, donde permanece un tiempo con su favorita, Aesha, con varios de sus hijos y con un grupo de seguidores. Tiempo después entraría en contacto con Abderramán, iniciándolo en el conocimiento de los primordiales y contribuyendo a su ascenso al trono de Al-Andalus. Sin embargo, Abdul, es "traicionado" por Abderramán, que reniega de sus enseñanzas en el momento en que llega al poder. Esto habría llevado a Abdul a una crisis de conciencia, creyendo que, en algún momento, él mismo se había equivocado y perdido el rumbo. A la edad de 70 años hace la peregrinación a la Meca, tratando de reencontrarse con Alá. Finalmente, regresa a Elvira, donde redacta su Testamento y acaba falleciendo a avanzada edad. La versión más aceptada por el Algazife es que habría sido una muerte pacífica, mientras que los relatos de El rastro de Cthulhu de August Derleth aluden a que, en 773, fue descubierto por sus adversarios y asesinado. Sea como fuere, su cuerpo habría sido llevado a Irem, donde se encuentra enterrado.
Sin embargo, a Abdul Alhazred se atribuye el famoso salmo "No está muerto lo que yace eternamente y en eones extraños incluso la Muerte puede morir".
Curiosidades[]
- La versión ideada por Rafael Llopis sobre cómo Abdul "fingió su muerte" sirve para resolver la contradicción que introdujo August Derleth al situar el cadáver de Alhazred en Irem, "La ciudad sin nombre" y su muerte en 773, pese a que según la versión "oficial" su cuerpo habría sido consumido por completo en el 738 mientras caminaba por Damasco.
- Una información no contrastada señala que "durante su juventud se dedicó a traducir y transcribir leyendas y epopeyas antiguas, y se le atribuye la traducción del latín el libro de caballerías Tutramsés de Landolia."
Legado[]
- En el cómic "Fall of Cthulhu", Abdul Alhazred realiza una aparición.
- En la franquicia Demonbane, el árabe conocido como Azrad es el más notable anterior dueño de Al Azif, encarnación en esta franquicia del Necronomicón.
- En la novela de Stephen King "Los ojos del dragón", el mago Flagg aparece leyendo un tomo antiguo. Se dice que "leer demasiado de este libro, escrito en las altas y distantes planicies de Leng por un demente llamado Alhazred, podía ocasionar fácilmente la locura".
Notas[]
- ↑ Nombre dado en El novísimo Algazife o libro de las postrimerías, de Rafael Llopis.